La gestión de nuestra marca supone invertir en nosotros mismos sobre la base de crear valor para el resto del mundo. Ser influyente tiene que ver con demostrar resultados y poco con la apariencia de tener una visibilidad vacía.
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Tener seguidores, aduladores y una buena estrategia de marketing la cual vende humo pero no experiencia nos va a valer de bien poco… solo el tiempo que desaparezca el humo del supuesto experto.
Hasta una persona farsante puede dar una imagen de experto o parecer influyente. Existen algunas técnicas en marketing que permiten dar a una persona y generar un aire de experiencia que seguramente no tiene. Aunque toda esa visibilidad seguramente será efímera.
La persona que es influencer es aquella que resulta reconocida por su duro trabajo tanto offiline, es decir, en el mundo 1.0, como en el mundo online, es decir, en el mundo 2.0 . Dicha persona ha sabido utilizar de manera inteligente el escaparate que supone las diferentes redes sociales y plataforma para dar mayor cobertura a su área de actuación e influencia… El influencer crea cierta tendencia de opinión o incluso de consumo. Se les considera personas reales y con objetivos, las cuales tiene una capacidad para influir a través de sus diferentes opiniones a los demás. Por tanto, es alguien a quien se puede acudir y preguntar cada vez que se quiere asegurarnos o decidirnos de alguna materia en concreto.
La importancia real del influencer
Las características que definen al influencer frente a un simple bluff serían las 3V (visión, valor y visibilidad).
En realidad a todos no gusta seguir a quienes se ponen por delante, de modo que los influencers suelen ser los primeros en detectar las tendencias y hablar de ellas. El bluff, en cambio, suele subirse al carro y repetir lo que otros ya han dicho.
Cuando un influencer deja de serlo por la presión de siempre estar delante ya no es un visionario y se convierte en una sombra de él mismo. Esto suele pasar cuando se ha leído o se ha escuchado a algún gurú.
El influncer es verdadero y no se limita a la simple retorica. Aportan ideas útiles y valiosas a los demás. Mientras que los bluff no aportan nada de nada ya que se dedican hacer unión de contenidos que son de otros y de dominio público o solamente tonterías.
Por tanto, podemos decir que un influencer sabe gestionar las herramientas y los canales que tiene a su alcance de forma adecuada para transmitir valor. Es decir, elige sus propios tiempos y sus propias herramientas. El bluff es aquella persona que dispara a todo lo que se mueve, se apunta a todos las redes sociales que aparecen, trata de estar en todas partes y acaba en no concentrándose en ninguna red social.
El perfil del influencer es bastante sencillo ya que se dedica a distribuir valor, puede ser valor propio o puede ser valor ajeno. No le importa la herramienta de influencia en las redes sociales ni el número de seguidores y, además, le gusta agradecer a los demás que compartan sus contenidos.
El influencer suele crear su propio contenido original y, cuando no lo es, refiere al propietario o al creador del contenido. Por tanto, es consciente de que su marca no es la suya sino del valor que aportan sus seguidores.
El influencer muestra coherencia en los 2 mundos, online y offline, y tiene diferentes conexiones y relaciones de calidad y amplitud que puede abrir puertas para ayudar a terceros.
Los beneficios que aportan los influencers serían, por una parte, cuando todo el mundo nos considera aumenta el valor del influencer y, por tanto, puede pedir más por el trabajo porque se influye a mucha gente. Por otra parte, cuando se destaca aumentan nuestras opciones de ser elegido y es una de las mejores maneras de sobresalir, pero requiere tiempo, ideas y capacidad de comunicación.
La simple apariencia del experto
Por otra parte, no se puede elegir a un influencer por el número de las herramientas que gestiona porque no se sabe aún qué es lo que está midiendo con ello. Por tanto, conviene contrastar la presencia y la labor que realiza en la redes sociales y fuera de ellas. Y sobre todo, cuáles son sus valores e intereses. No se puede calificar un influencer a una persona sólo por el número de seguidores que tiene, ni por aparece en las redes sociales que se pueden promover por ellos mismos a través de cuentas de terceros.
La persona que es un bluff sólo habla de ella misma, y es una persona repetitiva. Suele pedir que se compartan sus contenidos, cosa que normalmente no hace por los demás, y se denomina experto o gurú. Por tanto, se trata de un tipo de gente automatiza sus mensajes a través de sus diferentes redes sociales pero aportan valor copiando copiando de alguien que no es mencionado. Suelen exagerar en su currículum online y pide recomendaciones a todo el mundo sin realizar lo mismo por los demás. Este tipo de personas están obsesiones en obtener altos índices de influencia en sus redes sociales y suele etiquetar a todo el mundo en sus foros para obtener ‘me gusta’ o ‘retuits’.
¿Cómo afecta a la visibilidad y a la competencia?
Cualquier persona puede ser un experto ya que todos sabemos más de los cosas que nos interesan que el resto del mundo, pero para convertirse hay que investigar y conseguir experiencia, organizarse y comunicar información sobre un tema en concreto.
- Se suele confundir la visibilidad con la competencia. Las personas hábiles que consiguen ser visibles no siempre son las que tienen más talento, y eso hace que a veces los mejores pasen desapercibidos. Una marca personal no se construye sólo con simples palabras. Son las diferentes acciones las que construyen marcas personales inteligentes, sostenibles en el tiempo y potentes para difundir mensajes.
- Gestionar la marca personal consiste en invertir en nosotros mismos a través de la premisa de crear valor para los demás.
- Lo importante es la capacidad que se tenga para generar resultados. También influye la habilidad para transmitir la impresión de se puede conseguir. De poco sirve decir que se es el mejor si no se ofrece pruebas de que se hace realmente lo que promete o si no se es lo que se presume.
- Para conseguir dicha confianza lo mejor es que hablen bien o que se ofrezcan pruebas de que se ha hecho o se puede hacer todo aquello que se plantea.
- Un profesional debe considerarse como un proveedor de servicios el cual se debe esforzar para superar las expectativas, para actualizarse, para aprender y encontrar un nicho de especialización y desarrollar sus propios estándares para aportar más valor que los competidores.
En definitiva, seguramente que la vida real es mucho mejor de lo que muestran las redes sociales, esas que hacen parecer a una determinada persona influyente. Se deben valorar lo que se juega una al ofrecer una imagen determinada que nada tiene que ver con la vida real. Aún se puede considerar peor, si en realidad eres así y que no le hacen falta exageraciones ni relatos inventados.
Raúl Jaime es profesor en IEBS Business School en varios programas Máster, emprendedor de Empresa Formación y profesional del sector de finanzas. También investiga sobre la creatividad e innovación en la empresa.