Se habla una y otra vez de cómo Internet beneficia que tus páginas sean vistas y tus productos, comprados. Es cierto que con un buen trabajo de posicionamiento web y la adecuación constante a lo que busca el usuario, sería posible conseguir que finalmente compraran en tu tienda.
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No obstante, todos sabemos que no es tan sencillo y que requiere un trabajo constante. Horas, dinero y muchas ganas para estar siempre entre las preferencias de los clientes online.
Todo lo anterior marca las claves de cómo hacer que el usuario te busque y quiera interaccionar con tu marca, pero no habla de que Internet es un enorme escaparate que puede hacer dudar al más fiel cliente.
¿Qué he venido a comprar?
Un cliente x está seguro de que quiere comprar una crema de cierta marca de relevancia y para ello, simplemente, lo teclea en su navegador. Al comprobar los resultados de búsqueda, tiene claro qué tienda es de su confianza porque ha realizado otros pedidos. No obstante, se encuentra con un gran listado de tiendas que pueden estar por encima de aquella que buscaba y con llamadas de atención más creativas. Algunas tiendas se habrán posicionado gracias a Adwords, pero otras simplemente habrán encontrado otra forma de caerle mejor a Google.
Así, frente a ese cliente fiel, se interponen muchas otras opciones que pueden variar su compra, pero no acaba ahí.
Los usuarios de las redes sociales confían en el criterio de los blogueros especializados en un tema concreto. Si cierta influencer apuesta en su look por una chaqueta de Zara, todo el mundo irá a buscar esa prenda a la tienda. Lo que algunos todavía no han razonado es que un gran número de estas blogueras de moda, y de cualquier otro sector, reciben gratis las prendas a cambio de mostrarlas en sus redes sociales y hacer un poquito de “promoción”.
Es cierto que los seguidores no son ingenuos y conocen esta habitual práctica, pero incluso así, es posible que al ver cierto producto recomendado por ellas, sus intereses cambien drásticamente y se planteen probarlos.
Por ello, es importante que tu página cuente con toda la información necesaria sobre los productos con los que cuentan y, así, sea una fuente fiable de información. Además, páginas como la de Germaine Goya ofrecen artículos relacionados con las tendencias del momento y responden a todas esas dudas que las clientas suelen tener antes de hacerse un tratamiento de belleza (o cualquier otro servicio). Es la mejor forma de que el usuario confíe en tu tienda y quiera seguir conociendo el resto de páginas con las que cuenta.
No obstante, todas esas opiniones no se compartan unidireccionalmente entre el seguidor y el seguido, también hay una comunicación bidireccional entre los diferentes usuarios. Son comunes los blogs y foros en los que se pueden compartir determinadas recetas o tratamientos de belleza. Por ejemplo, es muy famoso el foro de Enfemenino entre las mujeres dado que todas ellas se convierten en prescriptoras de marca en algún momento.
Por tanto, aunque el usuario tuviera muy claro qué iba a comprar cuando encendió el ordenador, Internet puede variar sus gustos y orientarlos hacia otros productos. Las empresas de hoy deben conocer todas estas posibilidades y tratar de acercarse aún más a su público.