Todos conocemos aquella frase mítica que decía así: “Uno, dos y tres. Cuatro, cinco y seis. Yo me calmaré, todos lo veréis”. Sería una gran lección si todos la interiorizásemos y la aplicásemos en nuestro día a día. Seguramente viviríamos situaciones menos dolorosas.
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Estoy hablando del autocontrol, esa faceta humana que algunos expertos consideran perecedera y otros inagotable. Yo prefiero lo segundo; Si podemos elegir, mejor escoger el pensamiento positivo, pues es precisamente el responsable número uno de esta capacidad y en definitiva, de la obtención de una vida emocionalmente sana.
Según la Real Academia Española, el autocontrol es el control de los propios impulsos y reacciones.
Me atrevo a decir que la mayoría de los humanos hemos sufrido alguna vez esa pérdida de control de nuestros sentimientos o conductas. Esto suele suceder por un agotamiento emocional producido por la ansiedad, el estrés, la fatiga, etc. Y principalmente nace de nuestros pensamientos que, quizá, no son lo bastante optimistas para afrontar las situaciones.
Nuestros pensamientos son un arma poderosa que determina nuestras emociones y comportamientos. Hay veces que son irracionales, nacidos de la propia fantasía o ideología para crearnos una visión falsamente cercana de lo que nos gustaría. Un acto poco maduro que nos permite huir de la realidad y los deberes que con ella tenemos. Tan débil que podría ser hecha pedazos en un segundo. Tan fuerte que nos arrastra a comportarnos de una manera descabelladamente primitiva.
¿Cómo trabajar el autocontrol de nuestros sentimientos y conductas?
- Practiquemos la empatía. Pongámonos en el sitio del otro e intentemos comprender su comportamiento y sus discursos. Todos tenemos una historia que define nuestro presente y nuestra manera de vivir las situaciones.
- Seamos Optimistas. Todas las cosas tienen su parte buena, o al menos, de todas ellas se puede aprender algo, por lo tanto esto ya es bueno. Busquemos la parte positiva para poder afrontar las cosas de la mejor forma posible.
- Aprendamos a perdonar, a nosotros mismos y a los demás. Para algunas personas pedir perdón es una de las situaciones más difíciles que existen, quizá porque ven el proceso como una humillación ante el otro. Sin embargo es un acto que dota a la persona de humildad, gratitud y valentía.
- Observemos nuestros sentimientos y actos para poder llegar a conocernos mejor. Saber cómo reaccionamos ante ciertos acontecimientos, sobre todo ante aquellos que nos causan mal humor, nos ayudará a conocer el origen de nuestra pérdida de control y trabajar el problema.
- Copiemos aquellas cosas que nos gustan de los demás. Todo se aprende y “todo se pega”. Observar y aprender de cómo piensa y actúa alguien ante ciertas situaciones puede ser un recurso en el que reparar en momentos de crisis emocional.
- Tomémonos un descanso que te ayude a ver las cosas con cierta distancia. Los periodos de reflexión nos permiten entender las situaciones y encontrar la forma correcta de resolver las situaciones.
Tener un dominio sobre nuestros pensamientos y conductas nos va a permitir tener una vida emocional y socialmente más sana, pues la capacidad de autocontrol nos acerca a las oportunidades de éxito y superación. Un crecimiento personal que nos hará sentirnos más felices con nosotros y nuestro entorno.
Sara Cáceres, en la red SaraCace, es profesional de la comunicación y la creación digital. Puede ayudarte con cualquier cosa que requiera del diseño gráfico, gestión de redes sociales y asesoramiento en comunicación o en entornos digitales. Su objetivo es compartir conocimiento y aprender cada día algo nuevo. En su tiempo libre colabora con una organización impartiendo valores entre los más jóvenes.
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