Hoy en día cuando encuentras un empleo, sea con las condiciones que sea, ya es extraordinario. Como decía uno de mis jefes: “Deberíais darme las gracias por daros trabajo”.
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La gente te pregunta “¿qué tal, estás trabajando?”, porque ya es frecuente este tipo de saludos, y tu respondes “sí, pero las condiciones, lo que me pagan…”. “Ah bueno, pero es lo que hay hoy en día, trabajo es, que ya quisieran otros…” ¡Viva la era del conformismo y de las quejas desde el sillón! Y si puedes trabajar gratis o pagar por un empleo mejor que mejor.
No digo que trabajar gratis o en condiciones y salario precario sea un error. No lo es mientras tu mismo te estés beneficiando de algo. Piensa en ello como un pacto o trueque donde ambas partes reciben lo que necesitan. En este sentido, y mientras creas que estás ganando algo, merecerá la pena trabajar en estas circunstancias. El problema viene cuando lo que hacemos gratis, lo hacemos por miedo.
Miedo a no encontrar otro trabajo. Hay cientos como yo ahí fuera que hacen lo mismo. Cierto, no somos imprescindibles, pero seguramente exista algo que te haga diferente, y seguramente ese algo no esté en tus conocimientos sobre las tareas que desempeñas, sino en tu actitud.
Miedo a que crean que les estoy estafando, porque estoy empezando y no quiero perder oportunidades. Porque si pongo un valor muy alto a lo que hago van a creer que les estoy engañando y no que soy realmente bueno. Con tanta competencia desleal en una sociedad donde reina la cultura de “todo gratis” es muy probable que lo piensen; pero el mayor error que podrías cometer es terminar pensándolo tu mismo y entrar en el juego del regateo. Lo queramos o no, la calidad conlleva tiempo, esfuerzo y dedicación, y todo ello vale dinero. Si lo regalamos, estamos diciendo que no vale nada.
Miedo a que te digan que eres un inconformista. Que se trabaja en lo que se puede y no en lo que se quiere, que otros hubieran aceptado y “pasado por el aro” porque no hay otra cosa. Me niego a pensar que no haya otra cosa, puede que no encaje dentro de la cultura de lo fácil y sin esfuerzo que también campa a sus anchas por esta sociedad; pero lo que diferencia a la gente exitosa (y con esto no significa que sea rica, sino feliz en lo que hace) del resto es su incansable búsqueda por alcanzar lo que quieren.
Miedo a decir que NO, por lo que puedan pensar los demás y que esto lleve a rechazarnos. El resistirnos a decir que no es aceptar que las necesidades del otro son más importantes que las nuestras, y el pensar que quizás tras esta cesión hay un reconocimiento o valoración por parte del otro, es un grave error.
Cuando aceptamos un empleo o tarea a través de estos miedo, tendemos a suavizarlos con creencias que, con el tiempo nos daremos cuenta, sólo son falsas esperanzas. Te hablo de ideas como: quizás con el tiempo, cuando vean lo que soy capaz de hacer, cuando tenga la oportunidad de demostrar… me contratarán indefinidamente, mejorarán mis condiciones, me subirán el sueldo, tendré más oportunidades… pues siento decirte que si les acostumbras a creer que “eres un máquina” multitarea a coste de ganga, cuando quieras que te valoren, no te lo van a reconocer. ¿Por qué habrían de pagar más por lo mismo que anteriormente has hecho por menos?
Sara Cáceres, en la red SaraCace, es profesional de la comunicación y la creación digital. Puede ayudarte con cualquier cosa que requiera del diseño gráfico, gestión de redes sociales y asesoramiento en comunicación o en entornos digitales. Su objetivo es compartir conocimiento y aprender cada día algo nuevo. En su tiempo libre colabora con una organización impartiendo valores entre los más jóvenes.
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Ay, ay, el miedo. Siempre ha formado parte de nuestro ser, nos entorpece la razón y nos crea estrés. Todo cambio provoca incertidumbre y miedo. En nuestras manos está el tener la actitud adecuada para afrontar nuestros miedos. Y con la actual coyuntura económica y laboral, aquel que crea en si mismo será el que mejor aguante.
La dura realidad es que uno debe preguntarse que sabe hacer para que le paguen más que a un ingeniero informático chino que cobra 400 dólares al mes, por ejemplo. ¿Porque es blanco y europeo le van a pagar más?. ¿Y cómo competirá Europa con China con tan elevados costes laborales?. Si no cierra fronteras a los productos, no lo veo.
Gracias por vuestros aportes chicos,
Bucan, lo que comentas es otro tema político que seguro nos daría para algunos cuantos post. Es cierto que existe esta gravedad, pero a lo mejor no deberíamos preguntarnos que sabemos hacer sino cómo lo hacemos. No todo está en ser chino, español o europeo ni deberíamos elegir solamente en base a su precio, pues no es lo único que determina la calidad del producto o servicio.