En los últimos años Okodia, nuestra agencia de traducción, ha visto cómo se multiplicaban por cinco las peticiones de traducción de entornos web.
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Los empresarios, profesionales y emprendedores que invierten dinero, tiempo e ilusión en crear o consolidar comercios virtuales, plataformas de teleformación, páginas colaborativas…, van comprendiendo poco a poco que utilizar un traductor automático en sus proyectos no es una, digamos, muy buena idea. Muchos expertos en marketing y comunicación coinciden en aconsejar a sus clientes la traducción profesional SEO de sus proyectos en línea. Por supuesto, como agencia de traducción internacional opinamos que esta es una gran idea, pero ¿saben los clientes en qué consiste exactamente este tipo de traducción especializada?
¿Qué es, exactamente, una traducción SEO? ¿Somos realmente conscientes de que este tipo de traducción afecta al posicionamiento internacional de las páginas (para bien o para mal)? Una traducción SEO ¿puede contribuir a que un dominio aparezca en esa codiciada lista de los 10 primeros del todopoderoso buscador que tantos miles de consumidores internacionales utilizan a diario?
Como bien dice la cultura popular “la experiencia es un grado”, así que hoy nos gustaría compartir con todos los lectores de “Bloguismo” la experiencia real y actual de nuestra agencia de traducción especializada en trabajos SEO.
Un poco de historia
Hace no tantos años una nueva y peligrosa moda se hizo fuerte en las pasarelas de Internet: incrustar en las páginas web un traductor automático que, supuestamente, trasladaba correcta y rápidamente todos los textos de la web al idioma que el usuario eligiera. ¿Lo recuerdas? Con un simple click tu entorno web se desconfiguraba completamente y mostraba al usuario una desafortunada “traducción” al suajili, el coreano o el chino mandarín sin el menor rubor.
Afortunadamente, esta costumbre de intentar comunicarse automáticamente con los usuarios allende los mares duró muy poco y, además, tuvo una consecuencia positiva: hizo cuajar la idea de que Internet era un medio de comunicación global, que las páginas – los profesionales, las empresas… – habían encontrado un aliado magnífico para exportar, para internacionalizar.
Así estaban las cosas cuando, de pronto, explotó la burbuja y la crisis económica se hizo tan global como la propia red de redes. Las ventas locales cayeron en picado en prácticamente todos los países. Los publicistas y los expertos de marketing se volvieron locos buscando nuevos mensajes, nuevas formas de atraer a esa empobrecida población que seguía necesitando consumir. ¿Podía ayudar el comercio electrónico a superar el bache económico? ¿Sería Internet esa tabla de salvación que permitiera a los productores locales llegar a otros mercados más felices? La experiencia nos ha demostrado que sí, pero, claro, haciendo las cosas bien.
De la noche a la mañana desaparecieron del interface web los famosos iconitos de traducción automática a mil y un idiomas. La mayoría de las páginas volvieron a sus orígenes y mostraron sus textos en uno, dos o, como mucho, tres idiomas, los que hablaban la mayoría de sus clientes presentes o futuros. Había llegado el momento de mejorar las traducciones que hasta entonces se hacían de los entornos web. Había nacido la traducción SEO.
Traducción general versus traducción SEO
¿Crees que es lo mismo traducir un libro que traducir un artículo de prensa deportiva? ¿Es igual traducir un librito de instrucciones de una grúa puente que el prospecto de un medicamento?
Si conoces un poco el sector de la traducción sabrás que existen distintas especialidades o disciplinas. Tenemos traducciones técnicas, literarias, publicitarias, deportivas, médicas, farmacéuticas… y, también, traducciones SEO. Existen muchas diferencias en la forma de realizar cada uno de estos tipos de traducción, pero una de ellas, una de las más importantes, la encontramos en el público objetivo de la traducción, es decir, en el lector final de los contenidos.
En la mayor parte de las traducciones el lector de los textos es un ser humano, pero no en todas. Las traducciones SEO tienen como “público” objetivo una máquina, un buscador y este importante dato está en las mismas siglas “SEO”: “Search Engine Optimization”.
Pero ¿se puede traducir para una máquina? Pues sí, de la misma forma que se puede “escribir” para una máquina optimizando los textos para que se posicionen lo mejor posible en los buscadores.
Y demos un paso más: como profesional del sector sabrás perfectamente que una de las claves principales SEO está en las palabras clave así que traducir SEO será relativamente sencillo: simplemente hay que traducir literalmente esas palabras clave. ¿O no?
Cualquier agencia de traducción profesional se tiraría de los pelos al leer esta afirmación (los traductores aficionados no). Una traducción SEO no consiste en trasladar literalmente una palabra de uno a otro idioma, eso lo podría hacer cualquier app de traducción automática del mercado. Traducir SEO implica un fuerte trabajo previo de localización. Exige que el traductor profesional conozca a fondo no solo el idioma que debe traducir, sino la cultura del idioma final, las tendencias, los usos comunes, los giros y modismos y, también, las principales faltas de ortografía que suelen cometer las personas al teclear su búsqueda en Internet. ¿Quién puede ocuparse de una traducción tan completa y tan compleja? Simple: un traductor nativo profesional.
No solo palabras clave…
Hasta ahora hemos hablado largo y tendido de la importancia de la traducción SEO de palabras clave, pero como buen profesional del marketing que eres, sabrás que SEO es mucho más. Hay otros jugadores en el campo de juego; están los títulos, las etiquetas ALT de las imágenes, las descripciones, las cabeceras… incluso las URL.
¿Debe una agencia de traducción SEO trabajar también sobre estos contenidos? La respuesta es “sí”. Cuando abordamos la traducción de un entorno web dividimos el proyecto en varias partes. Depende de cada proyecto pero, en general, empezamos por traducir los textos generales, los contenidos visibles que la empresa cliente muestra al lector humano en cada una de las páginas. Una vez realizado el grueso del trabajo, y siempre con el apoyo de los expertos SEO, nuestros traductores nativos comienzan a trabajar en la “trastienda”, en esos textos que el ser humano común y corriente pasa por alto, pero que tan vitales resultan para el posicionamiento orgánico de un entorno web.
¿Cuál es el objetivo final de este trabajo multidisciplinar e intenso? En realidad son dos, aunque uno lleva al otro. El primer objetivo que se busca es posicionar cada entorno web en el mercado internacional en el que el cliente desea destacar. El segundo objetivo viene derivado del primero y es, en realidad, la clave de todo el proceso: conseguir que la empresa cliente se comunique con rigor y eficacia con ese consumidor internacional cada día más informado, cada día más exigente.
Traducir SEO con dos objetivos: internacionalizar y posicionar… Tan simple, tan complejo.
Yolanda González es una apasionada de las letras, la semántica y la traducción. Cómo diría su madre; la buena lectura, distrae, enseña, cura y alivia la tristura.